jueves, 28 de marzo de 2024

Soplo de aire fresco

Opinión  |  24 julio 2015 09:54

Especialmente durante la década de los 80 y 90, el automovilismo en Canarias era una referencia. No lo era sólo en nuestro ámbito regional, ya que desde diferentes puntos de Europa se nos seguía con lupa. A la calidad de los mejores volantistas canarios se unía un arsenal de vehículos de primer orden.

Sí. Quizá los más jóvenes no tengan una constancia tangible de ello. Los vehículos que debutaban en el campeonato del mundo apenas tardaban semanas, o unos pocos meses, en pisar territorio insular. A la mente me viene la temporada 1992, por ejemplo, cuando Luis Monzón estrenaba un Lancia Delta HF Integrale –la popular Deltona que cerca estuvo de encumbrarlo de no cruzarse la punta de una valla en su camino-, modelo que dos meses antes arrasaba en el helado Rallye Monte Carlo. Una temporada más tarde José María Ponce acercaba a las islas un Ford Escort RS Cosworth que, como en el caso de Monzón, había debutado en el mundial con motivo del ‘Monte’. Y qué decir del exclusivísimo debut de los World Rallye Car, allá por el episodio 1997. En las postrimerías de aquel año Goyo Picar debutaba de forma estruendosa con un Ford Escort WRC adjudicándose todos los scratch del ‘Maspalomas’. Precisamente ese mismo año, este mismo modelo fue el centro de atención en la Carrera de Campeones, la única que se anotó Carlos Sainz.

Estos son algunos de los ejemplos que servían para poner a Canarias en el mapa automovilístico. Pocos se explicaban cómo en un lugar recóndito existía la posibilidad de aglutinar tanto material de primer nivel. Bien es cierto que el apoyo, especialmente el sector del tabaco, se volcaba. Hasta cierto punto resulta extraño que cualquier otro potente sector no se interesase por tomar el testigo de esta importante vía de comunicación que son los rallyes, aunque esta es una cuestión de otra índole. Salvo contadas excepciones, la entrada en el siglo XXI ha llevado al automovilismo insular a convivir con vehículos de etapas bien diferentes a la corriente internacional. Por un lado el incremento de costes se ha disparado y, por otro y quizá el más importante, la ausencia de grandes patrocinadores –de nuevo salvando excepciones- pueden ser la clave, pero la única. Y es que éstas habría que sumar la reglamentación FIA, que ha segmentado cada categoría sin hacer algo porque los costes no se disparasen. De ahí que sean los grandes empresarios –que encuentran en este deporte su hobbye- los que han mantenido vivo un parque automovilístico en constante declive, al menos en su actualización.

Es por ello que la llegada a Canarias de dos vehículos de primer orden y nivel se deba celebrar como merece. Gustavo Sosa cuenta para la tierra con un Ford Fiesta R5 con el que ya ha debutado en una serie de slalom de manera exitosa, mientras que en breve será Eduardo Domínguez el que hará debutar en el asfalto un Ford Fiesta R5 Plus, cuyo look va en semejanza con el WRC construido por M-Sport. Estas dos novedades propiciarán que la media de edad de los vehículos participantes se reduzca considerablemente, lo que sin duda es importante.

No hace muchos meses redacté una crónica en la que comentaba lo difícil –por no decir imposible- que era encontrar en un concesionario un vehículo presente en cualquier lista de inscritos. Esto antiguamente no pasaba, y es que además los grandes proyectos se apoyaban también en innumerables certámenes monomarca, con sus vehículos plenamente vigentes y presentes en todo concesionario. En este punto entiendo que los que defienden las monturas de ayer se lleven las manos a la cabeza… Todos pueden tener cabida, pero en mi cabeza deben entrar certámenes cuyo punto más alto de la pirámide deba ir en sintonía con vehículos homologados y plenamente vigentes. En esa pirámide tendría que haber cabida para todos. Otros coincidirán conmigo en que cada lista de inscritos podría ser en sí misma una versión ‘Legend’, dado los años de las unidades participantes. Sin acritud, este es un mensaje constructivo.

La actualización del parque, a día de hoy y salvando la inversión privada y con ello la adquisición de las últimas novedades, será difícil que se repita. Difícil, porque mientras se ha potenciado y abierto la mano a modelos con más de 15 años en el mercado. Sus prestaciones, en casos que todos conocemos, son suficientes para superar a vehículos más modernos, como bien puede ser un R2, categoría que ronda los 60.000€ cuando un modelo se posiciona en el escaparate.

Ya sucedió el año pasado en el provincial de Las Palmas. La victoria de Ayoze Benítez -¡con todos sus méritos!- a los mandos de un Toyota Yaris TS no es, sin duda, la mejor noticia. Reitero que la culpa no es de él. El grancanario jugó sus cartas, su rapidez y su inteligencia para llevarse este campeonato en términos absolutos. Pero, ¿cómo entiende una marca que quiera involucrarse en este mundo que el campeonato lo vence un vehículo cuyo motor es de 1.5 litros y que hace ya 15 años que salió al mercado? Eso es lo que debemos plantearnos. Hacia dónde queremos dirigirnos.

Y hago esta reflexión porque Canarias ha sido –hoy por hoy no lo es- un referente en lo que a su parque automovilístico se refiere. Y no quiero que se entienda esto como un ataque personal a un piloto por ganar un campeonato con un coche que apenas puede superar los 10.000 € en el mercado actual, ¡válgame Dios!.  Se trata de buscar las medidas necesarias para renovar el parque y, con ello, que las marcas se involucren con sus diferentes fórmulas.

Y me despido con una serie de preguntas que el lector, si así lo desea, puede responder:
¿Cualquier tiempo pasado, fue mejor?
¿Por qué hemos dejado de ser una referencia?
¿Queremos volver a serlo, o simplemente preferimos seguir como estamos?