El francés es desde hace un tiempo historia viva del mundial de rallyes. Con el título cosechado este fin de semana en el Wales Rally GB no ha hecho sino engrandecer aún más su leyenda. Cinco entorchados en el WRC le dejan a espaldas de su compatriota Sebastien Loeb y, al mismo tiempo, desempata con otros nombres de mucho peso, los de Juha Kankkunen y Tommi Mäkinen.
La nueva corona de Ogier sigue demostrando el peso de Francia a este nivel. Los nueve de Loeb, los cinco del de M-Sport y el título de Auriol en 1994, le dan al país de la marsellesa un total de 15 coronas, un par de ellas más que los anteriores reyes de la especialidad, los finlandeses.
Se une a un selecto club, el que reúne a los que han ganado el título con al menos dos marcas diferentes. Ogier logró cuatro con Volkswagen y, el último, junto al Ford de M-Sport. Aunque parezca mentira, sólo otros dos pilotos compartían esta condición: el alemán Walter Röhrl y el finlandés Juha Kannkunen.
El alemán logró la corona en 1980 pilotando un Fiat 131 Abarth y en 1982 al volante de un Opel Ascona 400. Por su parte, Juha Kankkunen lo ha hecho hasta con tres firmas diferentes: Peugeot en 1986, Lancia en 1987 y 1991 y Toyota en 1993.
Una condición similar, pero muy diferente, comparte Bjorn Waldegaard. El sueco fue en 1979 el primer campeón del mundo de pilotos de la historia. La mayor parte de la temporada la realizó pilotando un Ford Escort RS, con el que ganó en el Acrópolis y en Quebec, para acabar el año pilotando un Mercedes 450 SLC.
De este modo, Ogier ha salvado un año difícil. Por un lado no ha bajado el nivel de sus prestaciones y, por otro, se ha reivindicado coincidiendo con el cambio de normativa representado en los actuales World Rallye Car. Sin duda, un piloto de leyenda.