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Toyota Celica GT Four: el coche que cambió la historia

Rallyes  |  Javier Viera  |  23 marzo 2018 16:11

La colección ‘Grandes coches de rally’ que propone Altaya cuenta con un gran número de entregas más que interesantes, ¡por no decir todas! Pero para los aficionados españoles hay una subrayada en rojo. Esa corresponde al Toyota Celica GT Four que Carlos Sainz y Luis Moya pilotaron en 1990. Ellos fueron campeones del mundo ese año y ese modelo cambió, definitivamente, la historia del automovilismo nacional.

De las cuatro victorias que la pareja Sainz-Moya logró aquella temporada, Altaya decidió con acierto recrear la correspondiente al Rallye 1.000 Lagos, el actual Rallye de Finlandia. ¿La razón? Seguramente porque ese triunfo marcó un hito en términos generales dentro del campeonato del mundo de rallyes: los españoles fueron los primeros no nórdicos en lograr la victoria en esa carismática prueba.

 



Sin embargo, las cosas no empezaron bien para Sainz. El madrileño sufría un accidente en los reconocimientos y se lesionaba el pie izquierdo, por lo que durante el rallye debía usar un calzado deportivo en lugar del botín habitual. Una cuestión de gravedad si tenemos en cuenta que el pie izquierdo, en Finlandia, es tan importante como las manos con las que pilotos se aferran al volante.

Pero aquel año estaba claro que era para Sainz-Moya. Después de entrar en calor con los primeros tramos, un toma y daca entre los españoles, Juha Kankkunen y Mikael Ericsson, les servía para escalar a la primera posición de la general en el décimo tramo cronometrado del Rallye 1.000 Lagos de 1990. No abandonaron esa posición hasta su llegada al podio final… ¡32 tramos después! En cualquier caso, esa cifra no significa que lo hubiesen tenido fácil.

 



Durante la penúltima etapa, Sainz-Moya parecía que contaban con una renta sólida para cubrir con garantías las últimas siete especiales. Con lo que no contaban era con un ataque desmedido de Ari Vatanen. El campeón del mundo en 1981 estaba de vuelta después del accidente que estuvo cerca de arrebatarle la vida en 1985. Junto a su Mitsubishi Galant VR4 lanzó un órdago a los españoles.

En la mañana de la última etapa lograron tres mejores tiempos de auténtico vértigo: ¡siempre por encima de los 110 km/h de velocidad media! Sainz y Moya templaron sus nervios y cortaron la hemorragia de segundos en las siguientes especiales y Vatanen dio por buena su actuación, una segunda plaza que moralmente valía su peso en oro.

Carlos Sainz y Luis Moya, de ese modo, culminaron una gesta inolvidable en un año imborrable en la memoria de todos los aficionados españoles. Fue su tercera victoria durante aquel curso, por lo que su primer mundial se quedaba a la espera de unos pocos puntos que llegarían en el Rallye Sanremo.

Clasificación Rallye 1.000 Lagos 1990
1. Sainz-Moya (Toyota Celica GT Four), 4h40:55
2. Vatanen-Berglund (Mitsubishi Galant VR4), a 19”
3. Eriksson-Parmander (Mitsubishi Galant VR4), a 4:58

 



El modelo

Para describir este modelo hemos de reconocer que se debe hacer desde un punto de vista objetivo. ¿La razón? No es sencillo, pero es tan bonito como especial por lo que ha supuesto para los aficionados a los rallyes de este país.

Los colores rojo y blanco que lo visten encajaban a la perfección para representar los propios del Toyota Team Europe y de la firma de tabaco que los patrocinaba. En la línea de la colección ‘Grandes coches de rally’ de Altaya, la reproducción es muy fiel.

En materia de diseño, los logotipos de los patrocinadores, su ubicación y sus dimensiones son calcados a los del modelo real. Los que representan al Rallye de Finlandia de 1990, principalmente los números de las puertas y la placa del capó, también. Los nombres de Carlos Sainz y Luis Moya en las aletas delanteras reflejan las generosas dimensiones en las que se mostraban hace más de 25 años.

En cuanto a la carrocería, el Toyota Celica GT Four cuenta con el característico retrovisor en el lado del piloto, los faros delanteros alzados o las emblemáticas llantas O.Z. Racing que empleaban en las pruebas sobre tierra; los neumáticos, como no podía ser de otra manera, también cuentan con los tacos correspondientes y la carrocería muestra las cuatro faldillas obligatorias en este tipo de rallyes. La definición de la zaga, con el escape prácticamente en uno de los laterales del parachoques, remata de manera espectacular una reproducción icónica.

 

Por dimensiones, es uno de los modelos más contundentes de la colección. Mide 240 mm de largo, 100 mm de ancho y 60 mm de alto.

Más información sobre la colección ‘Grandes coches de rally’ de Altaya pinchando aquí.

 

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