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Capdevila: "Cada rallye era como el día de Reyes"

ENTREVISTAS  |  MotorADiario  |  25 abril 2016 10:28

A finales del abril de 1991 Fernando Capdevila y Alfredo Rodríguez se frotaban las manos. En su hoja de ruta aparecía el histórico Tour de Corse, la que iba a ser su segunda incursión en el mundial con un Ford Sierra Cosworth que ya empezaba a ser familiar para los habituales del campeonato. El piloto tinerfeño compartía protagonismo con un Carlos Sainz que, a esas alturas de la temporada, ya había vencido en Monte Carlo y Portugal.

 

Allí, en las escarpadas montañas de la isla mediterránea, se produjo su primer abandono. Llegó instantes después de su primer scratch de Grupo N en el campeonato del mundo pero, antes, la historia de Córcega llega cargada de anécdotas.

 

· Después de Portugal la siguiente cita en tu mundial era el Tour de Corse, un nombre que ya de por sí impone. Ya entrabas en la rutina del campeonato pero, en tu fuero interno, ¿cambiaba algo en términos de planteamiento, objetivos…?

FC: Realmente, no. Cada rallye era como el día de Reyes para un niño. Un nuevo regalo a descubrir como un sueño maravilloso. Lo cierto es que íbamos a Córcega más confiados, ya que si en el debut en Portugal vimos que podíamos estar en cabeza, este rallye que era mucho más parecido a lo que corremos en Canarias podía permitirme estar peleando por ganarlo.

 

· El Tour de Corse es conocido, o así lo era, como el rallye de las ‘10.000 curvas’. Si competir allí era exigente, reconocerlo a la antigua usanza también debía serlo. ¿Guardas alguna anécdota de tu primer contacto con la isla de Napoleón?

 

FC: Córcega era impresionante por dos cosas. Como bien dices, por sus 10.000 curvas, pero eso a un piloto no le asusta y en mi caso todo lo contrario. Lo segundo, por lo que impresionaba. De ahí mi primera anécdota, que no era otra que el profundo carácter guerrillero de los corsos.

 

Era complicado moverte por allí con la ropa del equipo, porque además aprovechaban el paso del rallye para reivindicar sus aspiraciones independentistas. En entrenos parábamos a cenar en una pizzería antes de ir al hotel. Llegábamos primero nosotros, junto a Carlos y Luis, y detrás venían Auriol y Occelli. Didier y Bernard entraron al momento, pero blancos y a punto de desmayarse. Les acababan de robar el Delta ‘muleto’ a punta de pistola. Nunca más apareció, y la noche siguiente robaron en los furgones de Ford Motorsport… Daba miedo.

 

· La primera etapa, sin los rivales de Portugal, la acabas tercero de Grupo N por detrás de Jean-Baptiste Serpaggi, que con otro Sierra Cosworth se había llevado los cuatro primeros tramos. ¿Qué balance hacías de aquella primera jornada?

 

FC: Bueno. Nos íbamos adaptando y haciendo tiempos, sólo que en esa pequeña isla los pilotos locales, al igual que pasa aquí, son imbatibles por su conocimiento exhaustivo del terreno. En realidad era imposible para alguien de fuera controlar un rallye tan largo y complicado con 27 tramos diferentes, ¡¡que no se repetían ni una sola vez!! Por todo ello, como nuestra lucha al final del año no iba a ser contra ellos, todo lo que fuera puntuar era bueno.

 

· En la segunda jornada llegaba tu primer scratch en el mundial de Grupo N. El 29 de abril de 1991, en la novena especial denominada ‘Aullanc-Zicavo’ de 25,36 km, el dúo Capdevila-Rodríguez sacaba la cabeza. En cualquier caso no fue una etapa fácil…

 

FC: Sí. Íbamos a más y animados por los tiempos a pesar que el coche no iba nada a mi gusto, con una tendencia exageradamente subviradora. Había que gestionar bien los neumáticos y aun con todo conseguimos ese scratch en nuestra primera carrera sobre asfalto.

 

· Poco después llegaba el abandono. Para casa con un ‘cero’ en el casillero y, ¿la sensación de que se escapaba una buena oportunidad?

 

FC: Sí, cuando todo iba a pedir de boca y nada más comenzar el tramo diez, el más largo del rallye que atravesaba la isla de lado a lado subiendo a la cumbre nevada, perdimos la rueda delantera derecha por un mal apriete de la asistencia. Le dije a Rodri que hiciera contrapeso en el ángulo opuesto para no estropear la mecánica, e hizo todo el tramo en el maletero. Aun así, dañamos disco, buje y mangueta y tuvimos que retirarnos, como bien dices dejando escapar una buena oportunidad.

 

· En cualquier caso, conocer aquellos tramos tuvo que ser una experiencia maravillosa, de cara al futuro y, por qué no, como experiencia personal. ¿Cómo definirías un recorrido que, para muchos, es el examen final para todo aquel que desea exprimir sus facultades en el asfalto?

 

FC: Los tramos eran muy complicados y larguísimos para cubrir más de 620 kilómetros de especiales en sinuosas y estrechas carreteras. Como ya, dije sin repetir ni uno, nada que ver con lo que se hace ahora. Recuerdo especialmente el de ‘Giovicacce-Ghisoni’ de 48 kilómetros de curvas y casi una hora para cubrirlo con unas notas que ocupaban casi un cuaderno.

 

Al llegar a las salidas no sabía dónde estaba, me sonaba a chino. Por ello, en cada tramo antes de salir había un resumen y un esquema topográfico del mismo. “8,5 km de subida, asfalto bueno estrecho y enlazado, luego 14 de asfalto roto y viejo para final en bajada rápida y enlazada de asfalto nuevo”. Y aún así añadíamos alguna otra referencia de anécdotas durante los entrenos…“El de la cabra”. ¡¡Estuvimos a punto de atropellarla!!

 

· Muy de cerca, tanto en Portugal como en Córcega, veías los triunfos de un Carlos Sainz que volaba con el Toyota Celica GT-Four. En esos instantes cómo fluía tu relación con el, por aquel entonces, vigente campeón del mundo.

 

FC: Bueno, al fin y al cabo, yo era el segundo ‘españolito’ en el mundial, y aunque ya nos conocíamos del Campeonato de España, empezamos a congeniar siempre desde la admiración y el respeto que yo le tenía. Se volcó con nosotros. Empezamos a entrenar juntos y a compartir experiencias.

 

En un tramo estrecho nos salimos por no darme de frente con una guagua de turismo que ocupaba todo el trazado. Yo discutía con el chofer de quién era la culpa. Para seguir la costumbre local, le pusieron una pistola en el pecho a Luis Moya y se acabó la discusión. La culpa era nuestra...

 

· Próxima estación: Rallye Acrópolis. Menuda odisea nos espera. ¿Seremos capaces de realizar más de tres preguntas de una cita que, para ti, fue inusualmente corta?

 

FC: Y tanto. Fue corta pero intensa. Si sólo puedes hacer tres, no importa, yo te contaré el resto… ¡¡Sólo de lo que se puede contar!!

 

Fotos: Copi Sport

Comentarios de la Noticia

Un aficionado  |   el 28/04/2016 a las 08:34
Muchas felicidades a motoradiario por esta iniciativa. Su trabajo está elevando considerablemente el nivel de la prensa del motor en los últimos años.

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