Capdevila: "Lloré de desesperación durante horas"

El mundial de rallyes en 1991 seguía su curso y a Fernando Capdevila y a Alfredo Rodríguez les tocaba dar el salto, nunca mejor dicho, a otro continente. Les esperaba el Rallye de Argentina, un escenario al que acudían con la necesidad de volver a sumar puntos. El Ford Sierra Cosworth seguía siendo su compañero de fatigas en los tramos del mundial.

No se cumplieron sus objetivos, pero las historias y anécdotas que estos días cumplen 25 años bien merece la pena recordarlas. Tramos míticos, la convivencia después de los reconocimientos y la experiencia en carrera, las encuentra resumidas en las líneas que tiene a continuación.

· Aún hoy, ir a competir al Rallye de Argentina parece una aventura. A nivel general, pero sobre todo logístico, ¿cómo lo fue para ti en 1991?

FC: Cierto. Era una aventura, pero la más lógica de todas. No olvides que para clasificar en el mundial de Grupo N era un requisito indispensable hacer una salida fuera de Europa, y entre Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica y Argentina, ésta era la más sensata y menos gravosa. Para todas las otras había que tener dos coches de carreras y asistencia, porque el tiempo de desplazamiento te impedía ir a las Antípodas desde Grecia y estar de nuevo en ‘1000 Lagos’. Además, había vuelos directos desde Madrid donde podías viajar con tu coche en bodega, y a pesar de tener que pagar la correspondiente ‘mordida’ para descargar el Sierra, era en principio la mejor elección. Aunque luego ya veremos lo que pasó…

· El mundial no había comenzado mal con los puntos de Portugal, pero en Córcega y en Grecia las cosas no salieron según estaban previstas. Cuando aterrizaste, ¿cuáles eran tus objetivos?

FC: Bueno. Éramos optimistas aunque veíamos como se esfumaban las oportunidades. En todo caso también he de decir que los Grupo N de entonces eran frágiles y nuestros rivales también acumulaban abandonos, por lo que no nos habían tomado mucha ventaja en el campeonato. El objetivo obviamente era terminar y disfrutar de un precioso y mítico rallye.

· ‘Mina Clavero’ o ‘El Cóndor’ son algunos de los tramos clásicos de la cita sudamericana, ¿en aquel momento era más duro reconocerlos o correrlos?

FC: Por supuesto que lo peor eran los reconocimientos. Las distancias eran enormes y te pasabas el día en el coche haciendo cientos de kilómetros, eso sí, en unos parajes bellísimos. También descubrimos los ricos ‘alfajores’ que te endulzaban el recorrido. Con un coche de alquiler teníamos que atravesar La Pampa en busca de esos históricos tramos, pero cuando los entrenabas, te dabas cuenta de que había merecido la pena.

· A los aficionados argentinos se les conoce como ‘Los Tuercas’ por su entregada pasión hacia este deporte. Tú, que viajaste allí dos años consecutivos, ¿cómo los recuerdas y en qué se podrían parecer a la afición canaria?

FC: Son muy apasionados a las carreras en general, más a la pista que a los rallyes, pero cuando llegaba el mundial nos agasajaban y eran especialmente cariñosos con los ‘gallegos’ (españoles). Dos días antes de la carrera ya abarrotaban los ‘praims’ (tramos).

El pequeño Hotel Atalaya de Villa Carlos Paz que regentaba la familia de Jorge Recalde, donde nos hospedamos tanto Carlos y Luis como nosotros, nos acogió como si fuéramos de la familia y te esperaban por la noche para organizar una barbacoa con los sabrosos bifes, los chinchulines o las tiras de asado. Yo en un alarde de hispanidad les ofrecí a cambio una gran tortilla española, pero no tuve mi mejor día. Me salió un bloque incomestible que no me lo tiraron a la cabeza por no hacerme daño…

· En lo deportivo las cosas no fueron bien, unos pocos tramos y de nuevo tu Ford Sierra Cosworth que decía basta. ¿Qué pasó?

FC: Como te decía antes, lo que parecía buena idea de hacer el transporte rápido en avión, fue la causa del abandono. Siempre según la versión oficial del preparador, la centralita se vio afectada por ir en la bodega del avión sin presurización y a mitad del cuarto tramo se quedó muda.

· Fue una breve toma de contacto con los tramos argentinos, pero hasta el momento del abandono, ¿cómo iba la carrera para ti y para ‘Rodri’?

FC: Tras un esperanzador comienzo en ‘El Hipódromo’ (2,96 km) y con buenos tiempos en ‘Villa Carlos Paz’ (8,58 km) y en ‘Tanti’ (21,04 km), en el cuarto tramo, ‘Cerra Pan de Azúcar’ (19,49 km), la electrónica dijo basta y nos volvió a dejar tirados. Lloré de desesperación durante horas y no quería ver a nadie. No había sentido nunca una sensación de impotencia tan grande.

· Aterrizar en casa no debía ser precisamente fácil. Tres abandonos consecutivos que, quizá, muchos no comprendían…

FC: Es como todo en la vida. Los amigos lo entienden todo y los enemigos no perdonan nada. Yo sabía que era capaz de rodar con los mejores y estaba dando hasta la última gota de sudor y sangre, aunque lo que veían los demás eran sólo las lágrimas. Es ingrato ver cómo algunos manipulaban la información y, en lugar de opinar con objetividad, buscaban arrimar el ascua a sus propios intereses.

· Este abandono en 1991, y lo sucedido en 1992, te dejaron sin premio en tierras americanas, ¿sigue ahí esa ‘espinita’ por tan mala fortuna en aquellas latitudes?

FC: Pues no precisamente. Tengo otras espinitas mayores como el propio mundial o el Dakar. En Argentina hice grandes amistades que aún se mantienen y otras muy especiales, como la que mantuve con mi principal rival Carlitos Menem, que desgraciadamente se truncaron con su desaparición tras el misterioso accidente de helicóptero en marzo de 1995. Era un gran chico. El trato que me dio toda la familia Menem tras el accidente en Catamarca en 1992 fue impresionante y digno de mención, pero esa es otra historia.

· Por cierto, tus inicios en el mundial de rallyes coincidieron con un Carlos Sainz súper explosivo en los primeros compases de 1991. De manera paralela, ¿cómo vivías aquellos éxitos del automovilismo español?

FC: Carlos ganó este rallye en un apasionante final, y por tan solo ocho segundos, a Miki Biasion. Se mantenía claramente al frente del mundial tras sus victorias en Monte Carlo, Portugal, Córcega, Nueva Zelanda y ahora Argentina. Era increíble y un orgullo para nosotros, ya que aunque él corría para Toyota y nosotros para Ford, éramos un solo equipo, trabajábamos y convivíamos juntos dentro y fuera de la carretera. Entrenando,  yo le hacía de liebre a él una pasada y él a mí en la siguiente. Nunca le podré pagar suficientemente lo que hizo por nosotros.

· De aquí a un mes viajaremos al Rallye 1.000 Lagos, hoy Rallye de Finlandia. Ya nos contarás cómo se anotan los rasantes, sus consecuencias…

FC: ¡¡Ufff!! ¡Qué maravilla, qué tramos! El Roland Garros de la tierra batida. Los rasantes se anotan bien, ¡¡otra cosa es cuando llegas el día del rallye!!

Javier Viera

FOTO 1: El Ford Sierra Cosworth, con las marcas de su paso por los tramos argentinos, embarcando rumbo a Europa de la misma manera que lo hizo camino de América.
FOTO 2: Hotel La Atalaya, el cuartel general de los dos equipos españoles inscritos en el Rallye de Argentina de 1991.
FOTO 3: Fernando Capdevila preparando la tortilla a la que hace referencia en esta entrevista.