Richard Burns ha pasado a la historia del WRC por su título de campeón del mundo logrado en 2001. Habitual del certamen británico, debutó en la máxima categoría en 1.990 pero, a pesar de haber transcurrido 25 años de ello, es de esos pocos que logró convivir con éxito en dos etapas del mundial bien distintas, la de los Grupo A y los World Rallye Car.
Después de ser campeón, y cuando iba camino –nunca mejor dicho- de intentar repetir en 2.003, un tumor cerebral lo apartó de su mundo. Un marco en el que explotaba todas sus virtudes. En ruta hacia el Wales Rallye GB, un desvanecimiento cuando iba al volante pudo ser el fin. No lo fue, pero desde ese instante sufrió durante 24 meses una agonía que acabó con su vida. Su rival y compañero, Colin McRae, le acompañó prácticamente dos años después, llevándose de un plumazo a los dos campeonatos británicos. Menudas carreras deben estar disputando por ahí arriba.
Burns fue campeón en 2.001, pero ya en 1.999 y 2.000 acarició el título al ser dos veces subcampeón. Dejó el WRC con 10 victorias en su palmarés después de 104 participaciones, la última de ellas en el ‘Cataluña’ de 2.003. El primero de sus 34 podios lo cosechó diez años antes de su muerte en un R.A.C. polémico como pocos. Ya saben, aquella disputa entre Colin y Carlos por un título caldeado hasta límites insospechados.
La memoria de Richard Burns sigue latiendo. El juego que lleva su nombre es uno de los más preciados, e incluso Subaru y Prodrive han tenido un buen número de detalles para honrar su memoria. No en vano, fue con ellos con quienes fue campeón del mundo a los mandos de un Impreza WRC. Además, la Richard Burns Foundation (www.richardburnsfoundation.com) no ha cesado en su actividad.
Es sin duda el mejor legado de un piloto que batalló, como pocos, contra apellidos de indudable peso, como los de Mäkkinen, Sainz, Kankkunen, McRae, Auriol, Grönholm, Loeb…