jueves, 25 de abril de 2024

Rallyes vs Rallysprint

Opinión  |  10 mayo 2021 12:36

La modalidad de rallyes ha de marcar la pauta, o debe hacerlo de manera obligada, como termómetro para calibrar distintas capacidades. Desde la organizativa hasta la salud del parque automovilístico. Centrándonos en el primero de los aspectos, toca hacer balance de las dos últimas citas de un Campeonato de Las Palmas que ha entrado en una fase cómoda o, dicho de otro modo, en una filosofía ‘low cost’ que no ha salido nada bien. En otros términos: el tiro ha salido por la culata.

 

En abril se disputó el Rallye Ciudad de Telde, que recuperaba su presencia en los calendarios tras la ‘baja’ de 2020. Lo hizo con un formato que anunciaba posibles quebraderos de cabeza. A la conclusión del mismo, las críticas fueron visibles. Entre los participantes, uno de los candidatos al campeonato lo tituló como ‘Rallysprint de Valsequillo’. Durante aquella jornada, la sensación de descontrol en la carretera se mezclaba con los retrasos que empezaban a acumularse desde la segunda prueba especial.

 

En Lanzarote, hace escasos días, volvía la actividad después de más de un año. Lo hizo con un Rallye Villa de Teguise que ya fue introducido con calzador para la temporada 2020, aunque no pudo celebrarse debido a la pandemia. De no existir el +/- 5%, la cita no podría haber sido puntuable al no llegar a los 70 km cronometrados, la distancia mínima exigida por reglamento.

 

Más allá de unos pocos kilómetros arriba o abajo, está el formato elegido para sacar la prueba adelante. La solución de hacer un tramo y repetirlo, acudir a otro y repetirlo, para llegar al último, y también repetirlo, solo puede invitar al caos. Desde la tercera especial se acumularon retrasos notables, problemas que, en algunos casos, pueden venir derivados por ese efecto provocado porque 'la cabeza pilla a la cola'. Y ello sin entrar en las vías alternativas (propuestas o no), el comodín que permite que el rallye no termine de romperse ante las inevitables paradas.

 

La historia del campeonato provincial, con rallyes de mucho peso como el ‘Isla de Gran Canaria’, ‘Maspalomas’, ‘Isla de Lanzarote’, ‘Villa de Teror’, o incluso el ‘Islas Canarias’, merecen otro tipo de consideración. Este ‘Villa de Teguise’, que en muchos casos calca recorridos del ‘Isla de Lanzarote’ -la prueba reina en la isla de los volcanes- ha subrayado en rojo la connotación de prueba ‘low cost’, hasta el punto de aproximarse más a un rallysprint que a un rallye.

 

En el plano deportivo -a lo que hemos de aferrarnos para traducir la inversión de los equipos en los puntos que al final logran sumar- no es de recibo que una prueba con menos de 70 km y 34 minutos de tiempo invertido -por el vencedor- puntúe tanto como otra que ronde los 90 km cronometrados y cerca de una hora de duración. Al respecto, si bien se han considerado en los reglamentos pruebas de ‘máximo coeficiente’, tocaría preguntarse si es justo incluir pruebas de ‘menor coeficiente’, tipo 0,8 o 0,5. De ese modo, al menos, se podría justificar su presencia en los campeonatos, ya sea en Lanzarote, en Gran Canaria ¡o en Fuerteventura!

 

Como conclusión, entiendo que deben existir unos ‘mínimos’. Deben cumplirlos los equipos a la hora de pasar unas verificaciones administrativas y técnicas. Incluso nosotros, los medios de comunicación, también tenemos las nuestras, ya sean burocráticas o morales. ¿Para cuándo esos ‘mínimos’ a la hora de plasmar un recorrido que sea capaz de diferenciar de manera descarada un rallye de un rallysprint?

 

Vaya desde aquí mi alegría por la recuperación de la actividad en islas como Lanzarote o La Palma, ambas sin automovilismo en 2020. Este artículo es un pensamiento en voz alta, sin más, con el ánimo de encontrar/disfrutar, algún día, un certamen coherente y equilibrado.

 

PD: De las listas de inscritos y sus órdenes de salida, que sean los equipos los que tomen la palabra. Tienen un reglamento en el que apoyarse.


Foto: Gustavo Alonso