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El Grupo Flick reunió a los medios especializados del motor de las islas para probar, por diferentes carreteras de Gran Canaria, la familia AMG de Mercedes. Siete unidades exclusivas que dan para todos los gustos. Siete estilos que comparten la clase, como denominador común y, en este caso, la potencia.
Tomen nota: C 450 AMG Estate, GLE 63 AMG 4MATIC, S 63 AMG Coupé, C 63 AMG Berlina, A45 AMG 4MATIC y S 63 AMG 4M Largo. Ese fue el orden en el que los descubrimos. Para esta familia es necesario cambiar el chip. Sí, usted se sube a un Mercedes con todo lo que ello implica pero, ojo, cuando accione el ‘Start’ situado tras el volante el rugido que escuchará le hará cambiar el gesto. Incluso, para ir a comprar el pan dos calles más allá querrá subirse a una de estas máquinas.
Para tomar contacto nos subimos al C 450 AMG Estate. Clase. Mucha. El diseño exterior, además de haber ganado mucho dinamismo con el sello AMG, nos transporta a un interior que ha sido cuidado con mimo. Son estos dos detalles a los que me refería cuando hablaba de que eran todos los hermanos los que presumían de su personal estilo. Asientos muy envolventes y gusto en el tacto de cada uno de los elementos. El conductor es el protagonista, en todos los sentidos, incluso para seleccionar el modo de conducción en el que la palabra ‘Sport’, por norma, siempre está presente. Su motor en ‘V’ al que se asocian dos turbocompresores dispara su potencia. De la misma manera, se dispara la imaginación…
¿De verdad?
Y nos llega el turno de subirnos al GLE 63 AMG 4MATIC. De aspecto imponente, robusto. Un todo terreno convertido en gentleman sin que, por ello, pierda su esencia. Eso desde fuera, porque una vez ubicados en el puesto de mando –nunca mejor dicho- las ganas de pisar el acelerador no han desaparecido. Se apoya en su tracción total con un reparto 40:60, además de en un motor V8 biturbo de 5,5 litros. El cambio 7G-Tronic pasa a ser tu mejor amigo, al igual que la dirección paramétrica deportiva firmada por AMG.
Y de ahí al espectacular y elegante S 63 AMG Coupé. Si de verdad lo que quiere es un vehículo de carreras para el uso diario, no lo dude, éste es el suyo. Eso sí, hablamos de precios casi prohibitivos. El que se sitúe en un escalón superior no interfiere en esa afirmación de la que hablábamos al inicio, aquella que aseguraba que la firma alemana se ha quitado la máscara, ha empleado el lápiz para nuevas creaciones y ha puesto, sobre el tapete, una gama de vehículos de primer orden.
Es el AMG por antonomasia. Con sus 585 CV de potencia y 900 Nm de par, el S 63 AMG es una auténtica golosina. Su propulsor V8 de 5,5 litros transmite una música celestial orquestada al ritmo del pedal del acelerador. Desde la posición del ‘piloto’ se percibe un halo racing inconfundible; la fibra de carbono o la información proyectada en el parabrisas nos invitan a no querer bajarnos –nunca- de su acogedor bacquet.
¿Vuelta a la realidad?
Nos bajamos de este purasangre para tomar los mandos del C 63 AMG Berlina. Si bien es un concepto ligeramente distinto al ‘S 63’, le aseguramos que no pierde comba con el resto de sus hermanos. Propulsor y potencia van muy de la mano, aunque en el equipo de frenos la mordida no llega a ser comparable, será siempre a favor del primero. El sonido del motor, que igualmente nos envuelve, se torna ahora mucho más eléctrico y elástico.
Y de ahí al A45 AMG 4MATIC. Costó, pero llegó. Todavía por las serpenteantes carreteras del costado este de Gran Canaria tuvimos la oportunidad de subirnos en el AMG al que iban dirigidas todas sus miradas. Fuere por su llamativo color rojo, o bien por sus aditamentos aerodinámicos, lo cierto es que su presencia llamaba la atención.
No es el más potente de la gama. Su potencia ronda los 380 CV con el mérito que tiene conseguirlos desde un motor 2.0 de cuatro cilindros, por supuesto turboalimentado. Es el más potente producido en serie con estos apuntes. El resto de su configuración es un estímulo para lanzarte a la carretera. Un aviso: si lo pone en marcha y comienza a accionar el cambio mediante las levas situadas en el volante, está perdido. Su sonido embriagador y la peculiar explosión que indica el cambio de marcha le convierten en todo un vehículo de competición con piel de cordero. Los deportivos acabados interiores rematarán la faena y así caiga perdidamente enamorado. Es lo que se llama: dar en la tecla.
Acabamos la ruta con el mejor aliado para recorrer cientos de kilómetros por vía rápida. El S 63 AMG 4M Largo no se queda atrás en términos de rendimiento. Propulsor a la par y prestaciones en un nivel similar, pero con un apunte más cívico. Es el modelo que cierra un círculo con mucha personalidad y que hemos tenido el gusto de conocer para transmitirlo a los lectores de MotorADiario.com.
Foto: Gustavo Alonso
