La trágica pérdida de Alejandro Solana, el dolor de su familia, al igual que la de Tomás Negrín –participante-, nos ha sumido a todos en una profunda tristeza. Cada fin de semana, en alguna de las islas, los motores rugen. Una competición es sinónimo de fiesta y como tal siempre debe acabar bien, pero el pasado sábado la virgen que siempre nos ha cuidado se tomó un día de descanso.
En mayor o menor medida, todos somos conscientes del riesgo que conlleva el deporte automovilístico. Por ello existen unas medidas de seguridad que cada organizador es responsable de maximizar pero, también y al mismo nivel de importancia, está el sentido común de todos cuantos acudimos a un evento.
Todos, sin temor a dejarme a ninguno atrás, hemos presenciado alguna vez situaciones de riesgo, en ocasiones minimizadas por las propias medidas de seguridad y, en otras, por esa bendita fortuna que, dicho sea de paso, en varias oportunidades se convierte en una ‘aficionada’ más.
Con todos los respetos, ese es el legado que nos deja Alejandro Solana tras su irreparable pérdida. La salida de carretera de un vehículo puede traer consigo irreparables daños mecánicos o bien dejarnos con un semblante triste, que en ocasiones nos lleva a preguntarnos si es necesaria toda esta parafernalia.
Es momento de que organizadores y aficionados –en mayor medida los de toda la vida- tomen el toro por los cuernos. Tomemos como muestra el Rallye Islas Canarias ‘El Corte Inglés’, donde a nadie le ha temblado el pulso a la hora de cancelar alguna especial. No se puede poner en riesgo una vida humana, en ninguno de los sentidos.
Las medidas de seguridad se han estandarizado desde los más altos rangos y es ahora el momento de que cada organizador haga el ‘ruido’ suficiente para que cale entre los seguidores de a pie de cuneta.
Apenas una semana antes ya vivimos una situación de riesgo en el Rallye Isla Tenerife, y 30 días atrás algo similar en el Rallye Villa de Teror. Los organizadores deben ser conscientes también de que a las carreras no sólo acuden aficionados ‘de toda la vida’, sino que también existe un público puntual que desconoce en cierta medida los riesgos de un deporte de esta envergadura. Por ello no se puede bajar un ápice la información, antes y durante, de un rallye y/o subida.
Desde este mismo fin de semana, en el que Canarias sigue con los motores en marcha, tenemos la oportunidad de poner el contador a cero y disfrutar de carreras plenamente seguras, con la total colaboración de organizadores y aficionados apoyados en el más común de los sentidos.
El colectivo automovilístico despidió ayer al joven Alejandro Solana, que como buen aficionado seguirá desde arriba todo lo que acontezca en su tierra. En nuestra mano está que su ‘mensaje’ tenga el valor que merece.
D.E.P.
Javier Viera