El Campeonato de Las Palmas de Rallyes fue la pasada temporada uno de los más intensos de toda su historia. Para siempre quedará ese registro claro de: ocho rallyes, ocho vencedores. Fue un 2016 en el que parecía que el salto de calidad iba a ayudar a generar un mayor y necesario interés, justo después de unos años tremendamente irregulares. Pero el ‘Villa de Santa Brígida’ ha sido un jarro de agua fría en esas aspiraciones.
Lo ha sido, respetando a los presentes, en lo cualitativo. El único campeón provincial en la lista de inscritos era José María Ponce, cuyo último título lo logró en 2001. En la misma línea, sólo un participante sabía lo que era ganar la prueba grancanaria. Este no era otro que Sergio Marrero, que lo había hecho en 1992 y 1994. Es más, de los ocho vencedores en el provincial 2016 sólo uno estaba en este comienzo de temporada: Domingo Ramos.
Ante esta tesitura encontramos vencedores inéditos, podios inéditos y todo lo que queramos meter en la ensaladera. Pero la cuestión va más allá y para encontrar una respuesta lo cierto es que hay que esperar un puñado de meses. ¿La razón? Es bien sencilla, los dos próximos capítulos del Campeonato de Las Palmas coinciden con el Campeonato de Canarias, por lo que se sumarán ingredientes que no serán los habituales. Habrá que esperar al mes de julio, con el ‘Comarca Norte’ y el ‘Ciudad de Telde’, para conocer cómo evoluciona el campeonato.
Los protagonistas del año pasado han decidido no arrancar, al menos de momento, con sus programas, mientras que otros han declarado abiertamente querer dar el salto al Campeonato de Canarias. Algunos han ido más lejos y coincidiendo con el ‘Villa de Santa Brígida’ centraban sus esfuerzos en el nacional de tierra.
Por estos u otros motivos, la inscripción se alejó en una veintena de participantes respecto a la edición del año pasado. En la misma línea, y hablo ya en lo cuantitativo, pocos de aquellos repitieron en esta edición. Recordemos que en 2016 se innovó con un recorrido que tampoco fue del agrados de todos, el cual se ha repetido un año después.
Otro factor alarmante vuelve a ser la renovación del parque automovilístico. En el ‘top ten’ del Rallye Villa de Santa Brígida encontramos máquinas de los años 80 y 90, incluso de los 70. Se suma que el Evo VIII que resultó vencedor cuenta con más de diez años de vida desde su salida al mercado. En absoluto es un comentario despectivo, pero es una realidad. Estamos a años de luz de ser aquella potencia que presumía de contar con lo último de lo último. Afortunadamente, el desembarco de dos copas monomarca ayudará a actualizar un parque que arrastra un buen puñado de años a sus espaldas.
Quizá sea cuestión de encontrar otros incentivos. Está visto que multiplicar las copas promocionales en muchos de los casos no trae resultados, más allá del Trofeo Toyota Enma, que por número de protagonistas y su competitividad se ganan por derecho propio aparecer en las diferentes crónicas.
Es la realidad de un certamen que sí que tiene algo positivo una vez vista la clasificación final del Rallye Villa de Santa Brígida. La juventud de muchos de los diez primeros clasificados bien merece el esfuerzo de los que llevan las riendas de este deporte; en juego está que sus carreras deportivas tengan una continuidad bien definida. Al menos, que cuenten con la posibilidad de seguir subiendo peldaños con una base sólida. Por ellos se debe trabajar.
Aportando datos, aquí tiene usted mi punto de vista. Ahora saquen sus propias conclusiones.