Sensaciones. Mezcla de conducción pura y la opción de contar con la tecnología como ayuda. Toyota, junto con Subaru, ha creado un automóvil que se apoya en los sentidos, con una configuración clásica sin dejar de lado la clara evolución del tiempo.
Después de una corta espera, en MotoraDiario.com hemos tenido la oportunidad de probar el Toyota GT86 con cambio manual de seis velocidades, cedido gentilmente por Toyota Canarias. Una vez conocidos los detalles que lo conforman (
lanzamiento Toyota GT86) nos pusimos a descontar los días para tomar sus mandos.
Haciendo un paréntesis respecto a sus últimos lanzamientos, más enfocados a ‘lo sostenible’, Toyota
ha dispuesto un pura sangre de 200 CV de potencia, al que en cualquier caso no es de extrañar que en los próximos años podamos encontrar con una mayor caballería, ya que la base la tiene. Tenemos hoy un deportivo apoyado en un novedoso motor bóxer atmosférico con tecnología D-4S, la cual combina la inyección directa e indirecta según lo requiere la situación de marcha, sin duda un detalle moderno que encaja a la perfección con un conjunto que en su filosofía llama al pasado.
Toyota, con el GT86, ha tenido en cuenta desde el inicio el aspecto dinámico, entendiendo por ello la potencia, la aerodinámica, el peso y su reparto. En esto último ha logrado un centro de gravedad realmente bajo, y un reparto de masas que se divide en 53/47. En este sentido el motor bóxer tiene mucha culpa de ello, ya que por su disposición permite ubicarlo en una posición más baja, ganando enteros en cuanto a la altura superior del capó. Cada uno de sus trazos persigue una eficiencia aerodinámica, que a la postre fija un coeficiente de 0.27.
Sensaciones: ahora al volante
Acomodados en el GT86 lo primero que nos sorprende es la altura del asiento, que nos lleva a ver la carretera de un modo distinto. La posición del reducido volante –el más pequeño comercializado por Toyota y sin ningún tipo de mandos- y su posición casi vertical nos ayuda a posicionarnos de una manera cómoda, a lo que se suma una palanca de cambios a una altura ideal.
La visibilidad, tanto anterior como posterior, ha sido perfectamente lograda. Especialmente lo es la parte delantera, lo que nos ayudará mucha a la hora de realizar una conducción dinámica. En este aspecto ‘rodado’, el GT86 es cuando muestra su carácter. Con el motor a ralentí no sentimos realmente nada especial, pero cuando lo estiramos por encima de las 7.000 rpm la situación cambia drásticamente, especialmente cuando hablamos de eso, de su sonido. El resonador acústico –que funciona mediante una membrana- transporta el sonido al interior de una manera fluida sin llegar a ser estridente. Que nadie espera ese rugir ‘bronco’ de los Subaru turboalimentados, el GT86 tiene su propia personalidad cuando se estira hasta arriba como cualquier buen atmosférico.
En cuanto a potencia, el verdadero GT86 lo encontramos por encima de las 5.000 rpm, una franja a partir de la cual las sensaciones se multiplican, especialmente cuando optamos por una conducción sin ningún tipo de ayuda electrónica, o también con ellas limitadas en parte, lo cual podemos seleccionar mediante un botón situado junto a la palanca de cambios. Su condición de propulsión trasera, motor atmosférico en la parte delantera y cambio manual nos transporta en el tiempo, ya que su filosofía, con el paso del tiempo a un lado, nos es muy familiar, especialmente para los más puristas de la conducción.
Por cierto, el cambio. Aunque existe una opción secuencial, la manual que hemos tenido oportunidad de probar en MotoraDiario.com enamora. Y lo hace por su relación directa con la piñonería y su corto recorrido. Cada cambio se siente y no queda duda alguna de que ha engranado a cada movimiento que le hemos sugerido. En este viaje de sentidos que es el GT86, optar por un cambio manual de semejante tacto ha sido todo un acierto.
Flash Toyota GT86
2+2: no siempre son cuatro
La configuración del GT86, como anunciamos en su lanzamiento, llega como un 2+2, aunque con algunos reparos. Si bien los dos asientos delanteros gozan de un generoso espacio, no le sucede lo mismo a las dos plazas traseras. Ambas cuentan con un minúsculo espacio para las piernas, a la vez que la línea descendente del techo obliga a que los ocupantes no puedan tener una altura superior a 1.70. No cuentan con resposacabezas, y el paso del árbol de transmisión encorseta aún más ambas plazas.
En cualquier caso el resto del interior cuenta con pura ambientación racing, con una consola central realmente atractiva, donde encontramos en la parte superior el elemento Toyota Touch. Las inserciones en símil de carbono, las costuras en color rojo, o el panel de información al conductor, nos transportan directamente a un universo deportivo del que nunca desearíamos bajarnos.
Conclusiones
De cara al futuro, y consultando algunos foros relativos, muchos esperan una versión más potente y radical. Sin bien la actual es un guiño descarado a un pasado brillante con las lógicas aportaciones que aporta la tecnología actual, ‘la planta’ que ofrece el GT86 llama a números más espectaculares. De cualquier manera, el regreso de Toyota a este tipo de vehículos ya es toda una alegría. La tradición ha vuelto en pleno siglo XXI.
Texto: Javier Viera | Fotos: Gustavo Alonso